La ciencia y la estética concuerdan en lo que falta en la actualidad a los objetos técnicos, cuando se los compara con los objetos naturales: falta el complemento de una dosis apropiada de irregularidad, desorden e impredictibilidad. Esta nueva perspectiva podría quizás ayudarnos a conferirle a la tecnología, de la cual dependemos cada vez más para nuestra supervivencia, un aspecto más humano.